viernes, 25 de abril de 2014

Un virus del lenguaje




Detective Marty Hart -No todo el mundo quiere sentarse solo en una habitación vacía dándole a manuales de homicidios. Algunas personas disfrutan de la comunidad, del bien común.
Detective Rust Cohle -¿Sí? Bueno, si el bien común tiene que inventar cuentos de hadas, entonces no le hace bien a nadie.
Hart -Digo, ¿te imaginás lo que pasaría si la gente no creyera? ¿Las cosas que harían?
Cohle -Exactamente las mismas que hacen ahora, solo que al descubierto.
Hart -¡Pavadas! Sería un puto show de asesinatos y depravación, y lo sabés.
Cohle -Si lo único que mantiene a una persona decente es la expectativa de una recompensa divina, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda, y me gustaría exponer a tantos de ellos como sea posible.
Hart -Supongo que tu razonamiento es infalible, pedazo de sabelotodo. ¿Te creés que ese cuaderno tuyo es una tabla de piedra?
Cohle -¿Qué dice de la vida, Marty, que la gente tenga que reunirse, contarse historias que violan todas las leyes del universo, sólo para pasar el maldito día? ¿Qué dice eso de tu realidad, Marty?
Cohle -Transferencia de miedo y auto desprecio a un recipiente autoritario. Es catarsis. Él [el predicador] absorbe su temor [de su audiencia] con su narrativa. Por eso, él es efectivo en proporción a la certidumbre que pueda proyectar. Ciertos antropólogos lingüistas opinan que la religión es un virus del lenguaje, que reescribe conexiones en el cerebro y adormece el pensamiento crítico.
True Detective, tercer episodio,
"La habitación cerrada"

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