domingo, 18 de marzo de 2012

Viendo las constelaciones desde otra perspectiva (desaparecen)

Todas las estrellas que vemos en el cielo nocturno son soles, similares al nuestro en esencia, pero cada uno con características propias, de forma que difícilmente haya dos iguales. Algunas de sus características distintivas son: su color, que varía entre rojo, azul, amarillo y blanco; su tamaño, que va desde enanas hasta gigantes y su brillo. Además, algunas son relativamente recientes, mientras que otras son mucho más antiguas –y millones más ya se han extinguido. La distancia a la que se encuentran, tanto de la Tierra como entre sí, es pasmosa. Es por eso que los astrónomos han tenido que crear hace mucho tiempo una nueva unidad de medida específicamente para medir las distancias cósmicas: el año luz. Éste equivale a la distancia que recorre la luz al viajar durante todo un año, alrededor de 10 billones(1) de kilómetros. Más adelante se introdujo el pársec, que equivale a unos 3,26 años luz.

Antes de que los humanos descubrieran estas cosas, las estrellas les resultaban un gran misterio. Para algunos eran dioses, para otros eran agujeros en una gran cúpula que cubría la tierra, a través de los cuales pasaba la luz. Más allá de los intentos de explicar qué eran las estrellas, siempre resultó obvio que sus posiciones relativas no variaban y que todas las noches hacían el mismo recorrido en el cielo, todas a la misma velocidad, de este a oeste. Esto sirvió de orientación a los viajeros, tanto en tierra como en el mar, durante cientos de años. También se podía comprobar que el cielo nocturno variaba según las estaciones, de forma que algunas estrellas eran visibles en invierno y no en verano, por ejemplo. Estas observaciones sirvieron para calcular la duración del año y confeccionar calendarios con gran precisión, y esto fue de enorme utilidad para actividades como la agricultura, la caza y la recolección.

Había, sin embargo, unos puntos que sí parecían tener movimiento, y cuyas posiciones cambiaban al transcurrir el año. Su desplazamiento, aparentemente errático, les valió el nombre de “planetas”. Todo tipo de teorías surgieron para explicar qué eran. Se los asoció con deidades y surgieron mitos y leyendas sobre ellos en casi todas las culturas. Cinco de ellos eran visibles a simple vista, pero más adelante se descubrieron tres más y sus lunas, o satélites naturales.

Constelación El Carro, El Arado o La Osa Mayor
La disposición de las estrellas en el cielo parecía ser al azar. Sin embargo, la imaginación humana pudo más y casi todas las culturas asignaron formas imaginarias a las agrupaciones más notorias. A estas formas, se las llamó constelaciones. Es común que distintos pueblos hayan visto distintas formas en un mismo grupo de estrellas. Así, la constelación de la Osa Mayor para griegos y nativos norteamericanos, por ejemplo, era llamada el Carro en la Europa Medieval, la Cacerola en Francia, el Arado en Inglaterra, el Burócrata Celeste en China y para los antiguos egipcios era una procesión de un toro, un hombre y un hipopótamo llevando a un cocodrilo. Esto no es casual, ya que cada pueblo veía en el cielo un reflejo de su vida cotidiana o plasmaba en él sus elementos de su propia cultura. Así, los observadores más antiguos veían seres mitológicos, los pueblos cazadores veían animales de caza, los exploradores veían instrumentos de navegación, etcétera.(2)

Las formas que las personas creían ver en las estrellas, que dieron origen a las constelaciones, no sólo son producto de su imaginación, sino que dejan de existir cuando cambiamos nuestra perspectiva, ya que las estrellas no sólo se encuentran a gran distancia entre ellas en todas las direcciones que percibimos desde la Tierra –arriba, abajo, a la derecha o a la izquierda- si no que también se encuentran a distintas distancias de nosotros, es decir una más atrás que la otra. Para que sea más claro, tres estrellas que desde nuestro planeta parecieran formar una línea, desde una vista lateral seguramente no estarían alineadas:


 

Un ejemplo más mundano de la importancia de la perspectiva, un bicicletero en la Vía Padova, en Milán:

Aparentemente, estamos viendo una bicicleta.











Desde otra perspectiva, vemos que la bicicleta no existe.
















(1) Existen dos escalas numéricas: la corta y la larga. En la escala corta, usada principalmente en Estados Unidos y Australia, un uno seguido de doce ceros (1.000.000.000.000, o 1012) es llamado trillón. En la escala larga, usada en Argentina y la mayor parte de los países, el mismo número es llamado billón.

(2) Fuente: "Cosmos", de C. Sagan

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